11 julio 2008
Millones de personas alrededor del mundo están sufriendo escasez de alimento, precios incosteables de los alimentos, principalmente debido a la agricultura industrial, malas cosechas relacionadas con el cambio climático, condiciones comerciales injustas y el incremento de los biocombustibles.
No existe una solución única a la crisis. Los líderes del G8 en la cumbre de Toyako, Japón, en su reunión de esta semana (7-9 de julio) necesitan generar ayuda de emergencia para las 850 millones de personas que están sufriendo de hambre, y abordar las causas subyacentes de la actual crisis alimentaria, por medio de:
Aumentar la inversión pública en investigación y desarrollo para la agricultura ecológica y de resilienciai al cambio climático.
Detener el financiamiento de cultivos transgénicos y prohibir patentes de semillas.
Quitar progresivamente los químicos más tóxicos en la agricultura y eliminar los subsidios agrícolas destructivos del ambiente.
Proteger la producción local de alimentos a través de acuerdos comerciales.
Descartar las metas obligatorias de aumentar la proporción de biocombustibles usados en el transporte.
La solución está en asegurar los recursos naturales para las futurasgeneraciones:
El futuro de la agricultura yace en una agricultura intensiva en biodiversidad. La agricultura industrial compromete los mismos recursos de los cuales depende nuestro abastecimiento de alimentos. Ha convertido regiones que una vez fueron canastas de pan en tazones de polvo cargados de contaminantes, dejando la tierra desprovista de vida. Degrada el suelo, contamina el agua y resulta en rendimientos decrecientes, a pesar del uso creciente de plaguicidas y fertilizantes.
La agricultura intensiva en biodiversidad reduce la probabilidad de plagas y enfermedades, disminuyendo la disponibilidad de sus hospederos. Millones de granjas en todos los continentes prueban que la agricultura orgánica y sustentable puede proveer suficiente alimento, aumentar la seguridad alimentaria, recuperar los recursos naturales y proveer mejores condiciones de vida para agricultores y comunidades locales.
Los gobiernos necesitan canalizar inversión en la investigación y desarrollo sobre métodos agrícolas ecológicos, especialmente aquellos que aumentarán la producción de alimentos de los pobres en el mundo en desarrollo, enfocándose en los agricultores de pequeña escala. Los datos muestran que las granjas de pequeña escala promedian rendimientos más altos que las granjas grandes. Los gobiernos necesitan alejarse de los métodos químicamente intensivos y las falsas promesas de la biotecnología.
Los cultivos transgénicos experimentan rendimientos más bajos y han fallado bajo fluctuaciones extremas de temperatura. Los transgénicos ponen a la biodiversidad natural del mundo en riesgo de contaminación, de una manera impredecible e incontrolable; desde 1996, han habido 216 casos de cultivos contaminados por transgénicos en 57 países (www.gmcontaminationregister.org). México ocupa el segundo país con más casos de contaminación en el continente americano y el octavo a nivel mundial.
Los transgénicos son consecuencia de una tecnología costosa y riesgosa para agricultores y gobiernos por igual. Sus semillas están sujetas a reclamo de patentes por parte de las corporaciones, esto indirectamente aumentará el precio de los alimentos y, como resultado, no aliviará la pobreza ni el hambre y representa una amenaza para la soberanía alimentaria de los países.
Esta conclusión es compartida por el reporte de Evaluación Internacional de Ciencia y Tecnología Agrícola para el Desarrollo (IAASTD, por sus siglas en inglés); impulsado por el Banco Mundial, ésta es la primera evaluación científica global de la agricultura.
Compilada por más de 400 científicos de todo el mundo, no encontró ningún aporte de los cultivos transgénicos para lograr las Metas de Desarrollo del Milenio o en la erradicación del hambre.
¿Por qué los transgénicos no son la solución?
El frijol de soya transgénica tolerante a herbicidas, actualmente en el mercado, ha reportado tener un rendimiento 10 por ciento más bajo que las variedades tradicionales.
Las fluctuaciones extremas de temperatura causaron pérdidas de cultivos de algodón transgénico en China. Los investigadores encontraron que los cambios extremos de temperatura causaron una pérdida de la función de los transgénicos, resultando en rendimientos más bajos que el algodón convencional.
Todos los cultivos transgénicos, incluso aquellos desarrollados por instituciones gubernamentales de investigación, son controlados por medio de patentes de unas pocas empresas multinacionales. Las cuotas por patentes aumentan dramáticamente los precios de las semillas. En los Estados Unidos el precio de la semilla de algodón transgénico aumentó hasta cuatro veces en los diez últimos años.
— Greenpeace
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